sábado, 19 de agosto de 2023

Novela en progreso por Alberto Kadan Navarro.

EN PALABRAS DE LA NOVELA.

COMBAT.



El caminante que transita los pueblos, todos diferentes, sitios y lugares de encuentros.

Puede uno conocerse así mismo sin abandonarse.

Los escritores son caminantes de distintos lugares, la proeza del gentío en la realidad cotidiana. El caminante se hace también en la novela, la incertidumbre de conocer sitios nuevos, la mirada perspicaz que a uno lo reconoce que es de otros lugares.

La lectura como caminante nos da otra perspectiva del tiempo, por todos lados se encuentran vestigios culturales, dimensión de la historia que enriquece al sentido de lo nuevo.

El reto del escritor de enfrentarse a ese vacío.

Y tantos lugares y encuentros que despiertan nuestros sentidos, la capacidad de relacionarse con personas diferentes, el camino es todo diferencia.

El viaje introspectivo pero que no faltara el sentido del humor.

Proverbios de que no hay que fiarse demasiado de los que no leen, siglos de historia lo amparan.

El camimante no cae en la ociosidad y conserva su mente, tiene la obligatoriedad de aprender fuera de la comodidad que se convierte en ociosidad, se acomoda la.mente en sus caducas estructuras sin renovarse.

Empieza a mirar lo que hacen los demás hasta el delirio de lo caduco.

La vida es cambio continuo, legado cultural en el que colaboran los caminantes, las inquietudes de los mismos no solo por un simple conocimiento, sino por el sentir que ama la vida en su aventura.

Y tantas personas y lugares compartiendo ese esfuerzo.

La novela no es algo rígido ni sistemático, son las ganas y la experiencia de vivir, tomarle el pulso a esa aventura sin desmerecerla, empezar de nuevo a cada instante.

Ponerse al límite de ese esfuerzo que exige la novela sin desfallecer en el intento.

La dimensión de la novela en la diferencia sin perder el camino.

Exige una atención constante.

El camino de las diferentes circunstancias, la voz que a veces quiere apagarse.

No existe el tiempo para compararse si de verdad uno se esfuerza dando obra en cualquier circunstancia y en cualquier lugar.

Ahora las máquinas también eliegen cuales les parecen las mejores obras pero no creo que tengan el espíritu del caminante, lo sentido y lo vivido cuando de verdad uno se esfuerza en la obra.

El espíritu de esas novelas, las que vienen de una lucha no se puede medir así como así ni con los mejores mediciones cualitativas.

El espíritu de la novela nos deja el regalo más grande, solo apreciable para los que han alcanzado la sensibilidad de la creación, máximo exponente de virtudes.

Aprender una y otra vez a ser mejores personas, la belleza del encanto, así cuando lees un libro que viene del esfuerzo sientes respeto, profundo respeto por sus horas de esfuerzo y dedicación, por la historia de ese mismo libro, la veneración por la creatividad.

A tal respecto existe una reconciliación también con las máquinas, cuando no se compite contra nadie, es algo básico de la inteligencia por más que se intente acomplejar.

Los destinos que nos vamos encontrando, la figura del hombre nuevo, solo posible con la misma obra.

El futuro es incierto a la carrera de una contrareloj por salvaguardar la creatividad.

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